Sin eco, ni voz que fluya,
sin vómito tras el exceso,
de palabras
me abandono
en esta resaca de hastío.
Letras huidizas
escapan entre las sombras,
se pierden por las calles
de una ciudad indómita.
En una esquina,
sobre un adoquín de cemento
cabizbaja, suspira
esta ese de mi silencio.
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