En nuestra mente existe un universo 
con millones de galaxias. 
Es nuestro ser un sistema solar, 
en el centro nuestro yo 
y la consistencia de una identidad creada 
por su consciencia particular 
y la ajena. 
  
Fuego abrasador y luz 
que nos calienta e ilumina, 
tormento de nuestra razón, 
pues si nos acercamos, 
nos quema. 
Comparte su devenir 
con miles de planetas y satélites, 
la muchedumbre opaca 
de un polvo cósmico. 
¿Qué materia o energía 
impulsa este universo? 
Si los sentidos advierten, 
¿cuánta verdad dejarán afuera? 
  
La oscuridad, 
el ignoto infinito de nuestro ser 
abocado al dominio de la inconsciencia, 
navega por un océano sin rumbo, 
ni mapas 
ni norte. 
Sus remos son rémora 
de un pensar equivocado, 
de un sentir para no ahogarse 
en estas aguas turbias, 
que a un golpe de ola 
nos vuelca 
como un frágil barco de papel.
En nuestra mente existe un universo
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