Compañera del alma (IV y fin)


Llevamos este traje tan pegado
a la piel,
que se ha hecho sólida sustancia,
disolver sus componentes,
conocer su trayectoria,
adivinar su objetivo,
es soberbia abofeteada.
Nuestros limitados logros
nos alienta a seguir adelante,
audacia para quienes, siendo finitos,
aspiran a conocer las infinitas leyes.

El cuerpo tierno entregado a la vida
se degenera y es una carga
para el espíritu.
A este edificio el tiempo
lo cubre de inevitable abandono,
lleno de grietas, en ruinas,
a punto de derrumbarse,
caerá en sus brazos por propio peso.
Sólo el alma crece y mejora
con los años
si el fruto verde de la inconsciente
niñez
se lo entregamos a ella
ya fruto maduro.

¡Qué cansado es este caminar!
No sé, si es más duro morir
a esta vida
y descansar,
que la idea de un eterno retorno,
un vivir para siempre,
trashumante materia
en el universo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario