A medida que los días dan
sus cortos pasos
y el tiempo recorre millas
entre el ramaje de un denso bosque,
la memoria cavila y se perdona.
Reconcilias enfrentados enemigos,
abandonas afectos y apegos no recomendables
y, lejos de fuertes apasionamientos,
te encariñas con la imagen opaca
que camina a tu lado.
A la simple luz de la vela
distinguir lo elemental y verdadero,
tener la fuente cercana a tu boca
y brote su eco claro y transparente.
Añadiremos olvidos y otros detalles
de un paisaje que se transforma
con elementos añadidos o restados.
Arrastrará su caudal más o menos profuso
guijarros y hasta pesadas piedras,
ajenos al rencor o remordimiento
dejémoslas depositadas a los márgenes,
mas llevemos, en nuestro interior
el limo de la experiencia,
sin poner en el horizonte mayor esperanza,
que el yugo del dolor, por compasión,
no nos apriete demasiado.
Fluya este río con sosiego,
se reflejen en sus aguas
los tornasoles de un sol
y sus rayos no jueguen con las sombras
a crear fantasmas entre los árboles
si acaso, hadas de sueños.
En busca del mar voy
y de su abrazo.
A medida que los días dan
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