Qué dulce arrullo de palomas
en esta tarde cuando
mi ánimo anda inquieto.
Frena mi corazón su palpitar
agitado y me enredo en esta calma
de zureo y piar de pájaros,
de vuelos y voces cercanas
en la calle. Hoy es viernes
y la gente celebra
el descanso. Cruzan
alas oscuras esta pantalla
de tejados que me miran de frente.
Sobre sus tejas,
¡qué hermoso paisaje se ilumina
en este atardecer de claridad diáfana!
Miro estas palomas revolotear
y acicalar sus plumas.
Ellas están tranquilas y gozan
de un tiempo que no cuentan,
llevadas por la luz que dibujan
las cosas de este mundo.
Viven el ahora.
Estas aves me recuerdan
que fluir en el aire
es lo que la sostienen.
Más que agitar las alas,
es dejarse llevar y disfrutar
de un infinito horizonte.
Qué dulce arrullo de palomas
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