Ay, su sabor a fresa,
hielo dulce de la infancia,
lamido con la inocente avidez.
Era sorbido con la promesa del siguiente.
Ay, la tierna adolescencia,
abrazada a las inseguridades,
rodeada de una soledad fría,
que buscaba el calor ajeno.
Ay, juventud siempre tarde
en sus logros,
siempre escurridiza y tentadora,
estancia con tantas ventanas abiertas
por donde escaparán las ilusiones.
Vendrán los deseos a deshoras
a beberse tu aliento
y dejar la fuente seca.
No hay comentarios:
Publicar un comentario