Viene esta mañana envuelta
con lazo azul,
la sorpresa de su regalo
alegra este triste otoño.
Ha florecido un hermoso jardín
de azucenas blancas,
ramillete de restablecida pureza.
En el aire denso ha entrado
su fragancia dulce,
el horizonte se viste
con brillo de estrellas
sobre el tejado de un templo,
donde ha reverdecido un mar
de manso oleaje.
Allí la mirada un día se nubló,
los rayos de un sol se fundieron
con la oscuridad de una tormenta.
Por la misma ventana que entraron,
los pájaros de alas negras emigran
hoy lejos, muy lejos,
y llevan sus temores
a otros nidos.
Vibra la campana de mi corazón
con la úvula de una lágrima petrificada,
celebra la vida,
la brisa está en calma,
deja en el firmamento nubes bondadosas,
nos abraza un sol cálido.
Los mustios pétalos recobran el color,
el paisaje queda sin brumas,
vuelve el orden sobre las cosas.
* * *
Sin miedo, con paso más seguro,
subimos los peldaños del desván
a buscar entre los tiestos
la caja donde guardamos la esperanza.
Viene esta mañana envuelta
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