Naciste desnudo y cubriste
tu cuerpo con las escamas
que dan los años.
Fue tu voz a tientas
de la mano de la ilusa ignorancia.
Se alzaba altiva la rebeldía
y acallaba los miedos
con hilos frágiles
que creíste gruesas cuerdas.
Llena la boca de vocablos aprendidos,
tuvo la fuerza de una recia voluntad.
Hoy los labios escupen decepciones,
miedos que estaban ocultos a los ojos.
Soberbios se manifiestan
y horrorizado evitas mirarlos.
Quizá pensabas que aún quedaban
los restos de un yo resistente.
Te sorprendes rodeado
de una niebla impenetrable
cada vez más densa y fría,
que hace invisible el horizonte.
Desprendida la piel por el camino,
huérfana de los sueños,
entre un griterío absurdo,
en tu templo reina
un silencio solemne.
Entre sus ruinas presientes la muerte.
Naciste desnudo y cubriste
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