No es una fuente de luz
ni un sol brillante,
es el fulgor de un manantial
que brota en tu pecho.
Pensó la cabeza sin prestar
oído al corazón,
se dejó llevar por su laberinto
de dolor y miedos,
silenciado su latir.
Y las palabras obstinadas
en ser fieles a la verdad
se ajustaban mal a ese cuerpo.
Buscó engañado la llama,
el destello, la claridad,
el calor de una hoguera
la lámpara encendida
en la noche.
Caminó a tientas
con los párpados cerrados,
esperaba el ojo ver
el fondo del túnel,
abandonar las sombras
alcanzar el alba del nuevo día.
Mas no encontró un sol luminoso ,
sino lava de volcán
arrasando la pendiente
abandonando cenizas a su paso.
Fue un rumor de agua,
la clara transparencia
de sus reflejos plateados
la cierta guía para estos ciegos.
Creyó despertar
deslumbrado de fantasía ,
engaño descubierto
bajo su espejo diáfano.
Es caricia de céfiro
cascadas sus centellas,
resplandor manado
de la piedra viva.
que vierte a la boca
la lucidez de sus ecos.
No es una fuente de luz
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