Vana es la siembra de los pescadores
y la cosecha en el océano de nuestros miedos.
Vano el gritar a sordos
y guardar silencio la palabra.
Vana la causalidad del capricho
y la soledad del soñador.
Vanos los lujos de muertos
y la lucha de los depredadores.
Vana la quietud del peregrino
y correr a ciegas en un laberinto.
Vanas la fe y la esperanza
y las razones de los días,
pues vano es este vivir
si en su banalidad creemos.
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