Es la una y veinte


Es la una y veinte de un sábado,
deambulo en el refugio de mi microcosmos,
recreo los personajes de mi historia,
el bueno, el malo, el desesperado.
Soy la boca que ríe, el puño en la mandíbula,
el miedo pisándome los talones.
Soy el solitario en el salón de casa,
la música sin baile, el olor cotidiano
que se cuece en la olla,
los goces eróticos de un sueño
que espera no le despierte un beso.   
El cuerpo desnudo en la bañera
desgarrado por el puñal de tu recuerdo.
Son la una y veinticinco,
el agua arrastra mi dolor por el desagüe.

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