La palabra necesaria
se ha convertido en parloteo estéril,
la palabra, fuente de la angustia vital
que busca con agónico fin
el sentido a esta existencia.
En este bosque, selva, sabana
o desierto, océano sin horizonte,
tratamos identificar
los elementos y sus significados
para construir un mundo
particular que sea a la vez
el mismo universo de todos.
Hablar es poner sonidos
unos tras otros ordenados,
dejando con hartura la boca
y hambriento el conocimiento.
Siempre imperfecta la palabra
el nombre para la entidad
escrita por nuestro pensar.
Queda amorfa sustancia
con líneas entrecortadas
vacío que llenan las voces
el reflejo que se difumina
entre sombras.
Atrapa la lengua la idea,
hila aliento con aliento,
hacen lazo al cuello escurridizo
de lo inefable.
Los errores de nuestros ojos
son tijeras que rompen un traje
dejando desperdigados por el suelo
los pedazos amontonados en la entropía,
haciendo discursos locos, infames,
imposible poner la palabra justa
que cierre el todo.
La palabra necesaria
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