Ya este fuego disfruta de sus cenizas,
recibe su cálido abrazo.
Es la voluntad del tiempo
apagar su hoguera.
Pero la vela antes de extinguirse,
su llama centellea con mayor intensidad.
Reclama a su blanda cera derretirse
en su ardiente brasa,
volver a beber de su manantial de luz.
De un ayer perecedero
extraer de su pábilo,
la leña que un día
prendió su lumbre.
Más breve que un suspiro
se apagará
y sentirá en su rostro
el frío aire que se acerca.
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