Es boca tímida que susurra
y caricia su silencio.
Son sus copos pisadas de bailarina
cuando danza.
Siembra con su mansa blancura
la mezcolanza de un paisaje.
Es un suspiro su voz,
son besos tiernos
sobre los labios de la tierra.
Cae como lánguida mano de dama
tendida al noble caballero
que recoge su pañuelo y extiende
la capa a sus pies.
Esta novia se cubre
con un delicado velo,
lienzo blanco de su pureza.
Son alas de ángeles sus carámbanos,
suspendidas de tejados y ramas,
cinturones ceñidos contra ventanas y puertas.
Cubre de los troncos un lado
mientras deja al descubierto el otro
mostrando su corteza desnuda,
como caras de una moneda
como el ying y el yang de la vida.
Es la nieve belleza sin mácula.
Dura tan breve tiempo su inocencia,
pronto el pecado la seduce
y su ingenua alma se pervierte
por los deseos de lascivos amantes
y corrompen su pureza
por el placer de ser dueño de ese territorio.
La nieve
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