Antes que vieran mis ojos
ya veía mi cuerpo
el entorno que habitaba
sus objetos y voces.
Sus palabras modulaban
en mi boca su lenguaje,
tragadas, las asimilaba mi esencia
hollaban los surcos de mi mente
la consciencia del mundo
y su difusa realidad.
Antes de ver mis ojos,
mi boca probó el alimento
de la vida
y la sal de su océano,
sintió el calor de una caricia.
El frío de las madrugadas
depositaban escarchas por los rincones,
mi alma refugiada entres soledades
levantaba las paredes de su cobijo
con saliva, sudor y tierra,
nido abierto al cielo.
Por eso, antes de abrir mis ojos
al espacio que me acogía,
aprendía ya a vivir,
ajustaba mis líneas con las otras
describiendo mi propio paisaje
por el que transitar descalza y desnuda.
Antes de desplegarse estos pétalos
y se llenaran de luz, de color y de ilusión,
ya morían para despertar
al universo.
Antes que vieran mis ojos
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