Son nuestros labios
hojas de una ventana abierta
por la que salen,
desenfrenadas algunas,
otras en sinuoso vuelo,
bandadas de palabras,
trinos, chillidos y clamores,
revoloteo de alas que llenan
de luces y sombras el paisaje.
Las creemos de nuestra propiedad,
pero fueron préstamos del tiempo.
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