Navegamos mejor el océano

 Navegamos mejor el océano
de la inconsciencia.
La consciencia es barco
que se ciñe a coordenadas.
El marinero debe tenerlas
en cuenta si no quiere
perderse y ser náufrago
a la deriva.

La mente le habla y escribe
con amplia lengua,
más allá de la lectura
de su libro de bitácora.
Sus notas, en parte, son
el ancla que lleva a cuestas.
El marinero toma una porción
del ancho abismo
cuando podría navegar
si no fuera por el temor
a perderse bajo un sol ardiente
y morir de sed entre tanta agua,
entre tanta luz.

La barca lleva remos
que alcanzan lo que las manos
no pueden tocar.
Si el corazón del marinero
fuera libre,
se adentraría en las oscuras
tinieblas del horizonte
y traspasaría su miedo a cruzar
esa barrera.
Llegaría a maravillosos
y recónditos lugares,
si se prestara a la libertad
como se entrega en los sueños.

La mente, indómita viajera,
es el rincón que alberga la infinitud,
solo la inconsciencia la deja expresarse
y la entiende.
La consciencia frágil y mediocre
impone sus flacas certezas y códigos.
por pura supervivencia.

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