El cielo está de un claro azul brumoso,
lleno de luz de un sol vespertino.
Pisan lentos los minutos,
casi adormecidos, dan cabezadas
y se desperezan en su abandono.
Callan las voces callejeras,
guardan silencio solemne
los campanarios.
Mientras descansan los cuerpos,
el alma vaga sus soledades.
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