¿Qué son esos escombros?
Son pobres.
Afean el paisaje,
llevadlos muy lejos,
apartadlos de nuestra vista.
Que nuestras farolas
brillen intensas,
queden ocultas en la oscuridad
sus sombras.
Luzca la grandeza de nuestros edificios,
paseen por las calles
gente elegante y bella,
de cutis de porcelana
y dientes perfectos y blanqueados.
Asquean sus cuerpos frágiles,
enfermos y oscuros.
Escondedlos,
que aún divisamos
el destello de las sonrisas
de esos sucios niños,
las ardientes brasas
de sus ojos negros.
Levantad un muro
o hundidlos bajo tierra,
hasta aquí llega su hedor
a muerte.
¡Quemadlos!
No dejéis ni las cenizas
que puedan traer el viento
y entren por nuestras amplias
ventanas,
llenen nuestros hogares
con su hollín,
empañen nuestros iris,
irriten nuestra fina piel.
Mas,
como son tan necesarios,
al menos,
que no nos molesten.
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