aquel que palpa
una ausencia
confusa,
imposible es de
saciar.
Si es planta que no
se sabe
dónde crece,
¿hacia dónde
emprender la búsqueda
sin conocer sus semillas
y hojas, su sed y apetito,
la fragilidad de su
tallo,
los vientos que la
someten,
la boca que con
avidez la devora,
el esplendor que el
tiempo
le concede?
Este anhelo sin
nombre,
envuelto en las
brumas
de la aflicción,
desdibujadas sus
líneas
sin cuerpo, es
fantasma
de una inquietud
constante.
¿Cómo llegar a
comer
los frutos
de este recóndito
árbol?
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