La realidad…
quiero desprenderme de esta
pérfida amante
que me reclama insistente.
Es ella la locura y quiero
volver a la razón,
pero ella golpea mi puerta
dice a gritos mi nombre,
si no le respondo,
busca por donde colarse.
Ha llegado a trepar
hasta la azotea y entrar
por el pequeño hueco
de un ventanuco.
No sé cómo huir de ella
alejarme al campo,
lejos del mundano bullicio,
poder oír los cantos
de las distintas aves.
Oler el profundo aroma
de la tierra,
la esencia a yerba,
a brisa de tantos lugares.
Mas ella, celosa,
no me deja,
me asedia,
me esclaviza,
me retiene
en su férrea cárcel.
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