Lloran sus naufragios
en la soledad de sus islas.
Quizá ninguno sepa
de las lágrimas del otro,
ocultas tras los muros de sus silencios.
Cae la lluvia sobre sus espaldas
y se junta el caudal dulce
con aguas de un salado océano.
Secará el sol el húmedo rastro,
dejará impregnado en la piel,
el salitre del baño de sacrificio.
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