Son estrellas fugaces,
suspiros de aliento,
ecos que avanzan entre las montañas,
trenes que cruzan de paso
por la estación sin parar.
Soplo, vuelo de ave migratoria,
gotas que caen en un chaparrón,
aguja del segundero,
lo que dura pronunciar una vocal.
Así de rápido cruzan las semanas
y vuelven otros viernes
con sus promesas de descanso y disfrute.
Este engaño pasa por delante
de nosotros muy deprisa,
difumina su rostro la velocidad.
Por eso repetimos los mismos vicios,
cometemos las mismas torpezas.
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