La arqueología de la vida
indaga los territorios del tiempo.
Hablan la piedra, los objetos,
los restos de un pasado.
A veces sin palabras nos cuentan
un relato arbitrario,
vestido de certidumbres,
levantada sintaxis
con la gramática del presente.
Soberbios, creemos tener la verdad
sobre un suelo de frágiles pilares.
¿Qué habrá mañana
en los vertidos archivos
de la historia?
Soñamos que el progreso,
lleno de elementos consistentes,
dejará en un infinito futuro
el reflejo de su ayer.
Ilusos, ignoramos la fuerza del fuego,
la bravura del agua,
la convulsa tierra,
el viento iracundo,
la locura de una humanidad
capaz de borrar todos los cimientos.
Generaciones desaparecen
al leve soplo del cosmos
y el mundo, este conocido mundo,
será polvo de partículas en órbita
sin huella de nuestros pasos.
Aún soñamos, ¿nos guardará
memoria la eternidad?
Dicen orgullosos algunos
que un nombre nunca muere
cuando en su vida fue honorable y exitoso.
Ignoran cómo arrasa
toda la medida de siglos
el dedo de un gigante
y deja al ser mayúsculo,
en minúscula nada.
La arqueología de la vida
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario