El lenguaje de las campanas
escapa a mis oídos,
tres toques y silencio,
dos y calla hasta llegar a uno.
Redoble fuerte y continuo
o el vaivén al compás
de un dos por dos.
Unas se responden a otras
o cada cual va a lo suyo.
No solo con palabras
nos habla el aire,
es transparente el gesto,
insinuada la mirada
y son ignoradas voces
hasta el cuerpo pétreo
de los vastos edificios
con sus carcomidas piedras,
por golpe o roce de viento,
por caricia de mano o pisadas.
Nos habla la vida
y vamos sordos
repitiendo un eco.
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