Quien está detrás del que escucha

Quien está detrás del que escucha
ya no es este al que alcanzan
unas notas con ecos lejanos.
Abren un recuerdo del ayer
y entra de golpe
como una racha de viento.
Descarga su nube negra finas gotas,
salpicando el cristal de la mirada.
El alma sale del letargo
de aquel pasado,
avivada la emoción,
breve e indefinida.
La consciencia la atrapa
y rápido huye
sin poder retenerla.
Son alfileres clavados
en recónditas vísceras
y duele aquello que quedó
entre los espacios brumosos
de una eternidad
alejada de este mortal instante.

Duele reconocer que los colores
de los objetos,
inventados por la vida,
se han deslucido.

Sigue el presente su rastro,
pero le faltan huellas
que desorientan a los pies
y sus pasos se desvían
entre territorios perdidos
y los encuentros con el hoy.
Surge la ilusión de forma mágica
y vuelve a desaparecer el encanto.

Abandonado queda el cuerpo
con el resquemor de una cicatriz ya seca
que de vez en cuando pica o barrunta
un cambio en el termómetro emocional.
Tras ese leve aire cálido
se instala el frío de nuevo en los huesos.

Ah, el ayer,
ah, sus dulces notas,
ah, los sueños.
Ay, su dolor punzante
mezclado con el regalo del ahora
y el peso de su añoranza.

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