Que las olas me encuentren
sin oponer resistencia,
aunque a veces me cubran con rabia
y dejen mi boca ahogada en sal.
Escupiré al mar si no me hunde,
me dejaré mecer, acariciar por el sol.
Frente al frío de la noche,
siempre vienen sus primeros rayos cálidos.
Nada retengo pues, nada es mío,
todo es prestado, suspiros y llantos,
la lágrima y la sonrisa que me limpian.
Dejo pasar estos segundos
con los que el tiempo me engaña.
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