Qué corta queda la palabra,
qué sumisa se muestra a lo inefable.
La palabra se dice, se pregona,
se encierra y deja en el aire su grito,
en la piedra, su huella.
Qué triste está la palabra,
qué ardua lucha su propósito.
La palabra se alza valiente
aun quedando su bravura
en un leve suspiro.
La palabra, qué hermosura en la boca,
en los trazos de sus sonidos.
Pobre palabra que por torpeza enmudece.
Toda ella se esfuerza
para dejar la verdad apenas difuminada,
insinuada luz, filtrado rayo
por el agujero de su cerradura.
Ah, la palabra con pecado concebida,
mácula en un lienzo blanco,
encarnado verbo,
fuego, fulgor, llama, lumbre,
claridad mínima que penetra
por una ventana entornada.
Qué corta queda la palabra
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario