Con su lento paso

 Con su lento paso, 
ella marca mi ritmo, tiempo y modo,
impone su medida,
me lleva por desvíos.
Decide ante mi desesperación las pausas,
perfila en el horizonte,
señales de humo engañosas
y no promete nunca nada.
Se empeña en alentarme a continuar,
quiere que establezcamos una promesa tácita,
nube que quizá el viento se lleve.
Tiene sus trucos para dirigirme
por un camino tortuoso,
tirar de calendarios con el anzuelo
del mes siguiente.
Es compañera de los segundos,
amante de años,
ignora los relojes y no atiende a cronologías.
Se expresa siempre tranquila, libre.
Su mirada es transparente,
son nuestros ojos obstinados.
Tiene el ánimo incorregible de la fe ciega.
Es melodía del viento
no sujeta a pentagramas.
Sus notas se dispersan como hojas
caídas de un árbol que olvida el tiempo
y niega el apoyo de la mano 
que pronto dirija a la meta.
Es su hábitat el lago del estoicismo,
el río de la fortaleza, el inmenso océano
de la resignación.
Borrar el deseo de tu vocabulario,
soñar por soñar, establecer con ella
una sosegada conversación, escucharla,
practicar sus calmados modales,
imitar su andar sin apego.

La paciencia parece ser amiga
y no se inmuta ni le duele el corazón
si ante las circunstancias
tiene que traicionarme.
La paciencia se ríe en nuestra cara,
nada le preocupa ni le angustia,
impone sus maneras.
Y acabo por aceptar sus condiciones,
una se rinde siempre ante su tajante decisión.
La eternidad le pertenece.

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