Qué difícil mirar el paisaje
que no volverás a ver.
Con qué ansias
buscan retener tus ojos
su silueta,
guardar en la memoria
sus perfiles,
el rostro de aquellos días
de dulces sonrisas,
de amargas tristezas.
Qué libre se sintió el espíritu
navegando en este ondulado mar,
donde solo vio muros
el distraído visitante.
Las palomas que hoy sobrevuelan
estos tejados
cubiertos de flores secas,
mañana serán anónimas aves.
En esta tarde de estío,
de cielo brumoso,
de pesado aire,
de denso silencio y vacío,
corre por las estancias
la gris melancolía
que viste el adiós.
Qué libre se sintió el espíritu
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