Como el sol
que hace crecer la planta
y la seca,
reverdece el campo
y transforma la fresca espiga
en voraz mecha
que enciende un fuego.
Ese sol que hace resplandecer,
en esta mañana,
la vida,
marcha al atardecer y nos abandona
a la oscura noche.
Es el mismo sol que enciende
en nuestro corazón
un sueño de libertad,
eleva el alma a las alturas
y precipita, sin compasión,
la carne a los infiernos.
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