Son las mismas piedras y los mismos edificios.
Pisas como pies descalzos los viejos adoquines.
Lugares estáticos en el tiempo permanecen
bajo un cielo que dibuja idéntico paisaje.
Recorres por laberínticas callejuelas,
paseas por aquellas plazas y rincones.
Reconoces sus muros centenarios.
No incordian los rostros presentes,
tan anónimos como antaño,
ni que hayan invadido los espacios elementos distintos,
pero te sientes extraño en tan reconocido lugar
porque ya lo vistes con otro traje
y miras hoy el mundo desde un antifaz.
Con otra mirada
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