No soy yo quien pone palabras
una al lado de la otra,
quien combina adjetivos y crea metáforas.
En ese mundo del lenguaje
ellas son las dominadoras,
pétreas en sus formas,
sensibles en fondo y concepto,
díscolas y agitadoras también,
firmes como un ejército.
Bailarinas en zapatillas de papel,
tutú de garabatos y rúbricas,
paso a paso describiendo su camino
y yo dejándome llevar de sus manos.
No soy yo ni siquiera la que siento
un impulso, un resorte.
Tal vez la invisible cuerda
que a ellas me ata
y tira de mí para salir al escenario.
Esclava de las palabras
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