Revolotean mariposas grises
en mi jardín.
Posan sus alas grises
sobre flores grises
y liban el néctar amargo
de sus negras entrañas.
Entro en casa, cierro la puerta,
tras los cristales se anuncia
el inminente aguacero.
Densas nubes negras estrangulan
la tímida claridad que aún asoma.
Sombra pequeña
con su negra boca
tragó la poca luz
que aún quedaba,
manos ciegas que a tientas andan
hasta que rompen el silencio
las finas agujas de agua golpeando
con fuerza el iris de mi mirada.
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