A través de la ventana abierta,
cubierta por traslúcidos visillos,
escucho el silencio,
el acompasado piar de gorriones,
el gorjeo de alguna ave
que de vez en cuando
cruza con su fugaz vuelo
por este espacio breve.
En esta tarde noche,
la claridad grisácea
va transformando en ocaso al día
cada vez más longevo
en un tiempo que se acerca al estío.
Las tardes se alargan,
estiran la luz,
haciéndola lívida como finos tallos
en un trepar lento.
Sobre la cama tendida
dejo mis sentidos.
Llega a mí un rumor,
murmullos de voces,
el ronco rugir
de un esporádico tráfico,
ruidos de cacharros
de alguien en la cocina
que prepara la cena.
Poco a poco la habitación
se cubre de penumbra.
La noche aquí dentro
llega antes.
Desde la ventana
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