El pasado está ahí agazapado
como un gato arisco
dispuesto a arañarte la piel.
Basta le llegue el olor,
que aliente su apetito
un ronroneo cercano,
el roce sutil de un visillo
o la mano tierna,
la visión de lo hostil.
Encorva su cuerpo,
eleva las orejas,
agudiza el ojo
y la nostalgia aparece.
Se debaten los recuerdos
entre la tristeza o la alegría.
La paciencia se desespera
buscando en los archivos,
mas cuando encuentra
el traje idóneo
con él se viste de nuevo.
y frente a su imagen,
añora el rastro que abandonó.
El pasado está ahí agazapado
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