No hay laberintos en el cielo,
incluso la gruesa nube
delata el brillo de un escondido sol.
No hay barreras en las calles,
son caminos que se abren
entre levantados muros.
No hay en los océanos desiertos,
sino islas que esperan a sus náufragos.
No hay olas tan orgullosas
que no acaben dóciles
en la orilla de una playa.
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