No hay brazos ni piernas
que se muevan
si la voluntad no quiere,
ni la voz esparcirá sus palabras
al viento,
si de su garganta no salen.
Todo el ánimo caerá de golpe
como si alma a los pies cayera
y convirtiera al cuerpo
en lánguido despojo.
Qué sentir tendría nuestra existencia,
si la voluntad de hacer
no fuese el impulso
que engendre
el fuego que ardiera
para dar luz al conocimiento
y a la ignorancia,
cenizas y muerte.
No se moverá el mundo,
si los párpados de la voluntad
se cierran.
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