De regreso viene el corazón ligero,
abraza la tierna llama
del fuego creado.
Y araña la piel el tejido áspero
de la ausencia,
no la sustancia, sino el velo tenue
que la cubre,
pero guarda la esencia de su sabor
y la imprime en la memoria.
De regreso, habita el cuerpo
el alma liviana,
busca la carne retornar
al tiempo único,
entregado a dulces soledades
donde sentir la luz de los mañanas.
De regreso,
venido siempre de un ayer,
el hoy espera y busca encontrarse
en la plenitud eterna.
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