Quizá sea yo el bicho raro.
Tal vez, porque tengo flagelos
o me deslizo como una ameba.
No tengo forma definida,
rompí hace tiempo el traje
que me apretaba.
Me irritaba su textura.
En un acto de rebeldía,
cogí las tijeras
y lo arranqué de mi cuerpo.
Tuvo sus consecuencias:
sentir el frío de la desnudez,
buscar otro tejido más cómodo
para cubrir mis vergüenzas,
protegerme de enemigos,
alguna especie de parapeto
para frenar los golpes.
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