A veces, busco un libro

A veces, busco un libro,
otras, es el libro el que viene a mí.
Me llama con locuaz silencio,
se me insinúa mostrando
un poco de su lomo,
adquiere una postura provocativa,
sobresale de los demás
y consigue atraer mi mirada.
Me fijo entonces en su aspecto,
leo sus perfiles,
su título me atrapa,
quiero que me desvele
su desconocido interior.

El destino tiene esas cosas,
las une a su capricho
y yo me dejo conducir
por sus señales.
¿Por qué negarse a una causa,
que, aunque remota y oculta,
actúa con tan peculiar reclamo?
¿Por qué no aprovechar
ese encuentro
para establecer un diálogo?
Gracias al fortuito proceder
de un universo ignoto,
llegaron a mis manos
letras muy hermosas.

Tendrá sus razones y yo
me vuelco dentro,
a su lecho sucumbo
con total entrega.
Entre las suaves líneas
que dibujan sus ondas,
existe este mar inmenso.
Asomo la cabeza
para seguir tomando aire
y captar en reposo
su grato aroma.
Con casi el cuerpo completo,
sumergido en sus entrañas,
el alma se alimenta
de un cielo azul,
me dejo llevar por sus olas
de aguas claras y cálidas,
su sal sobre mis labios,
y un sol iluminando
sus palabras.

Fueron talladas
para que esta memoria
de su pasado
sea mi presente.

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