Debería ser concisa en la palabra,
procurar contención en los argumentos,
restar adjetivos, sin añadir sílabas,
¡que hable el verbo desnudo!
Permitir tiempo al vacío,
dibujar silencio.
Baste la onomatopeya,
que el suspiro sea voz pura
para la espontánea emoción.
No cansar al oyente,
dejar de ir y venir
a una fuente turbia,
que fluya el agua clara del verso.
Mas, sin remedio, divago.
Me gusta entrar
en esa habitación a oscuras
y dejar a mis ojos
que se vayan sorprendiendo,
descubrir un mundo oculto
en esas brumas.
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