En esta silla se sienta el silencio
y espera.
Sin confianza y distraída,
la vida le pasa por delante.
Hay más sillas repartidas por la casa
pero no tiene piernas adecuadas
para caminar hacia ellas.
Su posición en una esquina
le permite tomar algunos rayos de sol,
sin embargo, no puede evitar
que estos además de darle cálidos abrazos
también borren poco a poco
el brillo de su barniz.
Ella misma se consuela
meciéndose con ayuda del aire
que entra por la ventana
y soporta estoica la intemperie
de la tristeza de un abandono.
No permite ya que su balanceo
murmure decepción ni reclamo.
Hace tiempo que perdió la esperanza
y con ella se marchó el afán
por lograr una explicación.
Retiene en su frío cojín
el resentimiento de aquel cuerpo
que nunca con ella se sinceró.
En esta silla se sienta el silencio
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