Querido amigo


Querido amigo, no vienes
a preguntarme por tu juicio,
sino por el juicio que otro
hizo de tus actos.
Das a su censurado argumento
más crédito que al tuyo propio.
¿Quién mejor que tú
sabe de tus virtudes y vicios,
el por qué decidiste de ese modo?

No hay nada que empuje más
la dirección de nuestra voluntad
que el motor de sus razones.
Aunque parezca que el juicio ajeno
es más objetivo,
no deja de tener las mismas lindes,
ese complicado territorio
de las opiniones particulares.

Querido amigo,
en la decisión están implícitos
error y acierto,
mas el carácter que se obceca
en ser reincidente
se acostumbra más al arrepentimiento
que al diagnóstico,
y, obligado a la acción,
no le queda otra
que sacar conclusiones
una vez llevado a cabo el propósito.

Aprender que el mayor error
es la inclinación de nuestros vicios.

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