igual que la fuente
vertida de la roca
busca río.
Soy tierra, mi sed
ansía el ancho
océano,
sus márgenes me
cubren
como un animal
salvaje
cuando huele a celo.
Soy tierra, en mí
florecen
las semillas,
llevo en mi ser
la ambrosía de
dioses,
broté de la nube
de su aliento.
Soy tierra, acojo
las noches y sus
días,
en mi la luna hace
mareas,
agita mi vientre
y rompo aguas
en doloroso parto.
Llevo en los labios
su sal,
en mi piel sus olas,
y mis ojos derraman
el dolor de sus
abismos.
Soy tierra, arena y
piedra,
respiro los sueños
que traen los aires
de un pasado atávico
y me arrastran los
aromas
del futuro fortuito.
Soy tierra seca,
bebo vacío y
olvido,
eterna sepultura
memoria y vida
que nunca sacia
mi espíritu.
Soy tierra, surgí
de las
profundidades,
sobre los mares mi
presencia
salvó al naufrago
de una muerte
segura,
refugiado en mi
cobijo.
Soy paraíso que
incita
a la lujuria,
aunque no es ese
mi mayor pecado.
Mi cieno alimenta
la belleza del
nenúfar
mi aridez esconde
el vergel de un
oasis
pero guardo en
cuevas
secretos
vergonzosos.
Renuevo la vida
de
la corrupta carne
y devoro a mis
criaturas
sin arrepentimiento.
Construí montañas
elevadas
para alcanzar los
límites
del horizonte.
Soy tierra exiliada
del océano.
En eterno destierro
intuyo de sus
meandros
el profundo enigma
que esconde su
abisal piélago.
Su seno me engendró
me amantó de fuego
y lluvia
para ser maternal
materia
que engrandece su
misterio.
Soy tierra, tuve
muchos amantes
que, con promesas de
amor eterno,
me rompieron el
corazón
dejando las
cicatrices
de su desprecio
en mis calientes
entrañas.
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