A través (III)


Un día, alguien se adentró,
pero un hombre,
nunca hará camino.
Pronto sus huellas
las disolvió el viento,
se cubrieron del polvo
que levantaron sus sandalias.
Un camino necesita ser andado.
A su abandono le salen pronto
los tentáculos del olvido.

No confundamos camino
con linde,
éste es separación
que no se profana,
veto que sólo quebranta el vigía
de la cosecha propia.
Tampoco es un camino
el cortafuego que protege
de las llamas enfurecidas,
ni la distancia respetada
entre hileras de árboles
para dejar crecer
sus ramas y raíces.
No hay caminos
en el desierto ni en el océano,
tampoco donde la naturaleza
sembró arrebatadora vida,
el promiscuo deseo
de supervivencia.
Sólo los seres humanos,
cuando hicieron costumbre
y hábito de reposo
en su caminar errante,
construyeron caminos de ida
y siempre vuelta.
Porque hasta el Ulises
más viajero,
regresa, al final,
al lugar del que partió.

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