Estío

En este día que dice llegar,
el verano viene vestido con traje gris perla
y una corbata de lluvia
que cae perpendicular a los pies,
cortina transparente que deja
ver el fondo con brillo de espejo.
Han bajado las nubes,
rendidas a los pies del asfalto,
y cubre las calles y edificios
su tenue velo de niebla.
Quedan ocultas a un palmo
las tejas de este templo.
Bandadas de alegres gotas,  
aves de alas líquidas,
se posan con alborozados trinos,
forman riachuelos que corren sin peces
a desembocar a las alcantarillas.
Descienden cascadas pletóricas
por las bocas de los canalones,
ruidosas como colegiales en el recreo.
Se pueden dejar las ventanas abiertas
y no se atreverá a entrar
ninguna gota al refugio de la casa,
ni una leve brisa las tuerce,
son dulces lágrimas de gozo.
¡Qué aire más puro se respira
y llena el alma su esencia!

Mas, como todo muere,
murió la lluvia.
Secas, las carnosas nubes
se quedan en los huesos,
parecen fantasmas que se enfundan
sus sábanas blancas.
Asustado, huye un cielo gris
y victoriosa llega la luz de un mar turquesa.
Fue a la hora prevista.
Hizo la entrada triunfal el estío
cambiando el espectáculo.
Mostró la otra cara de la moneda,
cambió de atuendo el protagonista.
El monarca alcanzó los territorios
de su reino entre retumbes de tambores
y fuegos artificiales .
Un firmamento de espumosas nubes,
un resplandor de oro,
eran las prendas que ahora le cubrían.
Al llegar a la ciudad ordenó silencio
y entró sobre andas doradas
engalanado de rayos de sol.
El populacho le rindió pleitesía.
Entra por la puerta grande
señor tan poderoso
para cubrirse de honores,
levantar murallas de arena,
castillos de sueños,
puentes que crucen la orilla
de lo terrenal al paraíso.

Marchó su antecesora
a la espera de un nuevo regreso.
Bajo el poder de las cuatro estirpes
está la tierra.
Este soberano instaura su cohorte
por un periodo breve de tiempo.
Se sube al trono,
promete desenfreno y grandes bacanales,
noches locas y días ardientes.
Más templado, con mayor sosiego,
aunque también impetuoso
y de carácter nostálgico,
vendrá a destituirlo el señor otoño.

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