Cuesta abandonar los miedos,
el obsesivo retroceder al pasado
con incisiva mirada,
analista pertinaz y cruel
que pretende corregir
palabras y hechos,
borrar su tinta indeleble.
No es lo acabado escritura a lápiz,
sino huella dura hecha sólida.
Nada la puede modificar
si no es con fantasía
y fabulado invento
de un autoengaño
o, tal vez,
la liberadora locura
y el olvido.
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