Sabías que la noche
cerraba el día
y vendría a llenar
el aire
una danza de
tinieblas
entre nubes de
pájaros,
con algarabía de
trinos,
buscando el refugio
por las oquedades de
los tejados.
Sabes hoy que el
mismo sol
se oculta tras esta
cortina
del crepúsculo,
anaranjado y
púrpura,
de un hermoso cielo
estival, aún
luminoso.
Mas no sabrás
en qué alba, cenit
o brumoso ocaso
se cerrarán para
siempre
tus párpados,
y te den la
bienvenida
un reloj sin agujas
y un calendario sin
meses.
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