Mi reino
transita por este barrio
de objetos
acostumbrados,
una ventana
abierta
frente a un
cielo
que, a
veces, se cubre de nubes.
Plantas de
hojas verdes
veo crecer
en mi jardín.
Cuido no
aniden entre sus tallos
pérfidas
telas de araña
que impidan
a las abejas
hacer dulce
miel de sus flores.
Mi infierno
transita por estas calles
de cotidiana
monotonía.
Barro el
dolor acumulado,
caprichoso
lo trajo el aire,
siempre en
invierno,
y lo
depositó oculto
por
rincones,
detrás de
las puertas,
bajo la
cama.
Con
escrúpulo, mis dedos
lo examinan
antes de
tirarlo a la basura,
mas, alguno
pegajoso
se adhiere a
la piel, de incógnito,
con tal
empeño
que ni el
agua es capaz
de
arrastrarlo por el desagüe.
Cada noche,
un reto,
subir del
sótano de la angustia,
atravesar
las tinieblas
y volver a
abrir los párpados
enfrentada a
la finas lanzas
de un nuevo
sol,
pertrechado
el pecho
con la fina
tela del alma
y encontrar
que las cosas,
por suerte,
siguen aún
en su sitio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario